jueves, 3 de febrero de 2011

Entrevista capotiana a Miguel Albero



En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Miguel Albero.
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Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mendoza. Allí viví, y como dice el cursi, encontré mi lugar en el mundo. No me pregunte el porqué.
¿Prefiere los animales a la gente?
Detesto a la gente que prefiere los animales a la gente, sólo en su caso prefiero a los animales.
¿Es usted cruel?
No, y no tiene mérito porque es un don que no me ha sido concedido. Además la crueldad precisa de una energía de la que no dispongo.
¿Tiene muchos amigos?
No demasiados y además poco cultivados. Soy muy mal amigo de mis amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
El sentido del humor, el sentido del humor, el sentido del humor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, más bien suelo decepcionarles yo a ellos, por la ya mencionada virtud.
¿Es usted una persona sincera?
Intento serlo conmigo mismo pero en mi relación con los demás lo evito a toda costa, practicando con esmero el cinismo que es la base de la civilización, aquello que nos permite transitar el día sin daños irreparables.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo o escribiendo, pero estoy en una etapa de mi vida adulta en la que tengo la contrastada sensación que el grueso de mi tiempo lo deciden los demás, o si prefiere los Otros.
¿Qué le da más miedo?
El tedio.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Hace tiempo que perdí la capacidad de escándalo, síntoma de un mal envejecer preocupante.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Llevo desgraciadamente una vida no creativa, laboral por cuenta ajena, alimenticia, incluso trajeada.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, que ya no deporte, que era báculo de mi juventud.
¿Sabe cocinar?
Los domingos cocino pasta para la cena, pero es una práctica más que un saber.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Siendo el Reader´s Digest escogería a Cioran, limitándome a reproducir una lista de aforismos. Le pega mucho.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Peligro.
¿Y la más peligrosa?
Esperanza.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Muchas y no sólo porque hacía mucho calor. Aunque más que querer matar he querido que no existan.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
La tendencia es al desaliento.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Otro.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La gula y la pereza, no la envidia ni la lascivia. El peor de todos, ser acomodaticio. Pero tengo como los malos contratos vicios ocultos, que no deben dejar de serlo.
¿Y sus virtudes?
Soy acomodaticio y cínico, puede invitarme a almorzar y le daré conversación agradable, no importa quién sea.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La de un salvavidas.
T. M.