domingo, 11 de septiembre de 2011

Entrevista capotiana a Fernando Iwasaki



En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Fernando Iwasaki.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Por supuesto, mi casa. Precisamente, una de mis fantasías es que me condenan a cinco años de arresto domiciliario. ¡Tengo tantas lecturas pendientes!
¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero a los animales que conozco antes que a la gente desconocida. Por lo tanto, debo ser peor que Noé, quien incluso se rodeó de animales desconocidos.
¿Es usted cruel? Sí, pero sólo con las personas jurídicas.
¿Tiene muchos amigos? Sin duda más de los que merezco.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Creo que a los amigos no hay que demandarles nada. Los amigos de la infancia o del barrio –por ejemplo- casi nunca tienen nada en común con los amigos de la universidad o del trabajo, pero son imprescindibles. Los amigos siempre son un regalo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Si son amigos verdaderos no tendría razones para decepcionarme, porque sólo quien tiene expectativas concretas puede experimentar una decepción.
¿Es usted una persona sincera? La sinceridad no se demuestra con palabras sino con actos. De hecho, cada vez que alguien nos dice «¿quieres que sea sincero contigo?», más vale prepararse para lo peor. La sinceridad no es ciega, pero debería ser sordomuda.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Llevo más de treinta años sin tener tiempo libre. Todo mi tiempo es laboral, porque cuando no trabajo para otros trabajo para mí. Los domingos, los festivos, las noches y las madrugadas son mis horarios de trabajo. Y si viajo a una Feria del Libro o dirijo un curso de verano, me lo descuento de mis vacaciones.
¿Qué le da más miedo? No poder pagar mi hipoteca.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La gente que se escandaliza me llama la atención. Sobre todo ahora que los transgresores de antaño son los mojigatos de hogaño.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Habría sido músico, que también es una actividad creativa. Sin embargo, antes de dedicarme a escribir enseñaba en la universidad y reconozco que echo de menos la docencia, porque me encanta la enseñanza.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Cavo agujeros, siego malahierbas, planto árboles, rastrillo la tierra, llevo un huerto, acarreo sacos de abono y preparo la leña para los inviernos, pero no tengo tiempo para jugar al paddle.
¿Sabe cocinar? Pero sólo comida peruana. Y además soy cocinero arcaico, pues no entiendo la vitrocerámica y todavía no sé manipular el horno de microondas.
Si el Reader's Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Siempre elegiría a un personaje olvidado: escritores desleídos, artistas menores o pensadores preteridos.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? El Ying.
¿Y la más peligrosa? El Yang.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, pero los he borrado de la agenda, que para el caso es lo mismo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Anarco-Liberal.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Superhéroe de cómic.
¿Cuáles son sus vicios principales? Los cómics de superhéroes.
¿Y sus virtudes? ¿Quiere decir mis poderes?
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? ¡Menos mal que pagué el seguro de vida de la hipoteca!


T. M.