Después de la gloriosa «Ya
queda menos», extensa novela sobre un patán que abandona las oposiciones para,
entre otras quijotadas, crear un grupo de liberación de enanos de jardín,
Miguel Albero (Madrid, 1967) ofrece otra historia delirante, esta vez en torno
al apasionante mundo del caracol. En la lentitud y condiciones babosas de este
molusco encuentra el autor un filón narrativo, una guasa al respecto de cómo
llegaron al arca de Noé y maquinaron luego vengarse del ser humano. La historia
de dos caracoles, Yao y Lim, avanza en paralelo a la peripecia del héroe, un
periodista prejubilado y separado que empieza a ver visiones y hace caso a una
enigmática frase de un desconocido en un bar: “El culpable del trágico destino
de la humanidad es el caracol”.
Esto le moverá a interesarse
por todo lo relativo a estos bichos y, en el camino, a descubrir lugares e individuos
–el Caribe y Argentina; miembros de una secta y un criador de caracoles– que a
la vez le llevarán a conocer la bibliografía respectiva. Como en la obra
anterior, Albero ironiza sobre nuestra sociedad, ya sea abordando los complejos
hoteleros, el apareamiento humano o la soledad y la demencia del ser urbano. Un
gran chiste con forma de concha, mucosidad y dos tentáculos que, desde el
absurdo, hará reír y que nos riamos de nosotros mismos.
Publicado
en La Razón, 6-XII-2012