jueves, 7 de febrero de 2013

Entrevista capotiana a Eduardo Berti


En 1972, el escritor Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor estadounidense se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Eduardo Berti.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una ciudad grande pero sin smog, con bonitos parques, con mar y playa, con bares y librerías maravillosas, con buenos cines y restaurantes, con un clima magnífico, con la gente siempre de buen humor, con hospitales y transportes públicos que funcionan bien…  Como usted y yo sabemos, ese lugar no existe.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, aunque perdono a los animales lo que no perdono a la gente que hace animaladas.
¿Es usted cruel?
Trato de no serlo. O de serlo más que nada conmigo.
¿Tiene muchos amigos?
Cada vez menos, lamentablemente. Pero siempre más de los que me merezco.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco la sinceridad como si fuera un requisito indispensable, pero la agradezco muchísimo. Valoro también la inteligencia, la generosidad y la lealtad no obsecuente
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Temo más bien ser yo quien los decepciona con mi egoísmo.
¿Es usted una persona sincera? 
Trato de serlo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Cada vez tengo menos tiempo libre y eso me angustia… Pero intento disfrutarlo con mi familia o viendo una película o escuchando música o leyendo.
¿Qué le da más miedo?
El crimen, la injusticia, la brutalidad, la corrupción. 
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La indiferencia ante el crimen, la injusticia, la brutalidad o la corrupción.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
A veces pienso que me hubiese gustado ser arquitecto o músico o montajista de cine.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí. Me resulta imprescindible.
¿Sabe cocinar?
Cocino mucho, pero son todas cosas muy simples.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Que no nos oigan los de Reader’s Digest, pero sospecho que me tentaría inventar uno como hizo Jean Giono con “el hombre que plantaba árboles”. Paradójicamente (o no tanto), el de Giono se ha vuelto, acaso, el más inolvidable de todos esos personajes.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Vida, siempre que no sea pronunciada por un político, un militar o un sacerdote.
¿Y la más peligrosa?
Muerte, sobre todo si es pronunciada por un político, un militar o un sacerdote.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Más que matar, he imaginado qué podía hacerse con gente como Videla o Astiz cuando vivían libres y lo más campantes en Argentina. Eso se llama sublimar, me parece.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Izquierda democrática, si el falso oxímoron quiere decir algo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Mi hijo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La distracción y la impaciencia.
¿Y sus virtudes?
La curiosidad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
¿Ahora viene la famosa película de mi vida? ¿No podrán dar otra, que no haya visto?
T. M.