sábado, 16 de febrero de 2013

Entrevista capotiana a Rubén Loza


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor estadounidense se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rubén Loza.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Por muchos motivos, aquí, en Montevideo.
¿Prefiere los animales a la gente?
 No; prefiero a la gente.
¿Es usted cruel?
No, no lo soy.
¿Tiene muchos amigos?
Muchos;  me siento enriquecido por ellos. Entre los escritores, puedo mencionar a Germán Yanke, Raúl Guerra Garrido, Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montener, Mario Vargas Llosa y, en fin, Jean d’Ormesson. Tuvo el placer de tratar mucho a Borges, a Bioy Casares, a Octavo Paz y a mi maestro, Ernesto Sábato, el primero en impulsar mi quehacer literario desde el otro lado del “río de seueñera y barro” como lo decía Borges en un poema. Por cierto, también son muchos mis amigos periodistas, o políticos, como los ex presidentes uruguayos Lacalle y Julio María Sanguinetti. Me honro con su amistad.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No las busco; sencillamente nos encontramos, porque la  amistad es transparente.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No; una triste experiencia, supongo.
¿Es usted una persona sincera? 
Soy una persona sincera, simple y clara, sin ambivalencias.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con mi familia, con mis libros, escribiendo, con mis amigos, haciendo nada.
¿Qué le da más miedo?
Temo decirlo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La vanidad, la envidia, la descortesía, la insinceridad, el desamor…
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
En la vida nos pasan cosas que pueden ser de ficción. Soy escritor y periodista, y fui profesor de literatura. Fui profesor unos años; incluso di conferencias en las universidades de Austin (Texas) y de Kentucky. Pero creo que dado el caso planteado, de todos modos hubiera sido solamente periodista.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Desde niño jugué al básquetbol. Ahora voy a un gimnasio; hago ejercicios físicos diversos.
¿Sabe cocinar?
No. Nada.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Borges, a quien tuve la fortuna de  conocer, y con quien viví momentos inolvidables, como cuando, en una filmación de la BBC de Londres, por sus 80 años, estando yo en su casa para entrevistarle, me hizo leer un poema suyo ante las cámaras. O cuando tras leerle un cuento mío, él lo hizo publicar en “La Prensa” de Buenos Aires y después le gustaba decir en la prensa: “Yo lo hice publicar”. También porque me agradeció, cierta  vez, haberlo convertido (en un relato) en personaje de ficción, ya que decía: “no estoy seguro de no serlo”.  Sí, un personaje inolvidable.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor y fe.
¿Y la más peligrosa?
Quizá una de ellas sea: despotismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Una vez, niño, maté un pájaro con una piedra lanzada con una honda, y aún recuerdo la tristeza que me invadió.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Amante de la libertad, seguidor de Isiah Berlin, Popper y Raymond Aron, soy un demócrata liberal.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
A esta altura ninguna otra. Como dice mi amigo Raúl Guerra Garrido: “Quien sueña,  novela”.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Vicios, no tengo… Suelo oscilar entre la ansiedad y la depresión. Al terminar un libro y pensar que quizá no se me ocurra otro… Cosas así. Ese momento es una herida.
¿Y sus virtudes?
Se me va el canto a las nubes.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Rostros: el de mi esposa, mis hijas, mis nietas… Pero prefiero seguir nadando hacia la playa; lo hago bien, dicho sea de paso.
T. M.