miércoles, 3 de abril de 2013

Entrevista capotiana a Ignacio del Valle


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él el escritor estadounidense se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ignacio del Valle.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Nueva York.
¿Prefiere los animales a la gente?
Me resulta más interesante la gente. 
¿Es usted cruel?
Solo cuando me obligan a serlo. 
¿Tiene muchos amigos?
Posiblemente tenga uno. No voy a negar que soy un tipo con suerte. 
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Poco, pero cuando sucede, es una desgracia universal.  
¿Es usted una persona sincera? 
Procuro ser honesto. 
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con alguien que me quiera. 
¿Qué le da más miedo?
Una muerte perra. 
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me temo que el escándalo ya no existe. 
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Buscaría la manera de ser creativo en cualquier trabajo. 
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Hago pesas, nado…
¿Sabe cocinar?
Lo justo y necesario. 
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
James Salter.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amistad.
¿Y la más peligrosa?
Desencanto.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Claro. 
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Sentido común. 
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un Krug Grande Cuvée.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Para esto necesito a alguien que sepa de leyes. 
¿Y sus virtudes?
Intento ser buena persona. 
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? 
Una vigilante de la playa nórdica.
T. M.