martes, 11 de junio de 2013

Entrevista capotiana a Bruno Mesa

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Bruno Mesa.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Elegiría no vivir, porque un lugar del que no se puede salir se parece demasiado a un ataúd.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente que hay en ciertos animales.
¿Es usted cruel?
Solo cuando me dejan.
¿Tiene muchos amigos?
Decir ‘muchos amigos’ es proponer un oxímoron. O son pocos o no son amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Solo busco sus defectos, que tanto nos unen.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No tanto como yo a ellos.
¿Es usted una persona sincera? 
Solo cuando miento.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
El tiempo libre no se deja ocupar. Solo me siento a su lado y espero.
¿Qué le da más miedo?
Un señor con gafas que me observa desde el espejo cada mañana y cree que soy yo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Escandalizarse es un deporte que practican los columnistas histéricos y los opinadores a sueldo, además de usted, señor Capote. Los escandalizados son los que hacen de su crítica un melodrama. Si algo me repugna prefiero seguir el rastro de pólvora, y a veces encuentro una explicación o una sátira.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Una ‘vida creativa’ es la que llevan en Somalia. Ven, Truman, yo te explico. Tienes que sobrevivir en este país sin agua, sin techo, sin seguro dental, sin amigos, al borde de la desnutrición y con la alegría que conlleva saber que en cualquier momento un niño soldado, drogado y sonriente, saltará de un jeep, te apuntará con su AK-47 y te absolverá de todo pecado. Venga, a divertirse, a por una ‘vida creativa’.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Uff…
¿Sabe cocinar?
Sería más exacto decir que soy capaz de comerme lo que cocino.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Elegiría a cualquier energúmeno disfrazado de buena persona. Alguien como tú o como yo.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Otra. Lo habitual es utilizar dos: “ponme otra”.
¿Y la más peligrosa?
Otra.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Cada día, pero siempre a la misma: ese desdichado que lleva mi nombre.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy un pacifista violento, un anarquista idealizante y un demócrata depresivo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Fuera lo que fuera siempre querría ser otra cosa.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No hay vicios principales: a todos los quiero por igual.
¿Y sus virtudes?
Truman, amigo, ¿por qué me haces esto?
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Pasaría una voz y me diría: te lo mereces.

T. M.