sábado, 28 de septiembre de 2013

Entrevista capotiana a Olga Bernad

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Olga Bernad.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa, supongo. He procurado crear un lugar mío, y allí está la gente que quiero. Pero tendrían que estar allí encerrados conmigo, pobres. Ni hablar, mejor ninguno.
¿Prefiere los animales a la gente?
No.
¿Es usted cruel?
Procuro no serlo, y odio la crueldad innecesaria. Sin embargo, quisiera que no me temblase el pulso si fuese necesario serlo. Creo que muchas veces lo evitamos por conveniencia o miedo, no por compasión o amor.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No me he hecho esa lista. Que sus cualidades me sorprendan, yo estoy dispuesta a valorarlas todas. No es cuestión de pedir demasiado.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Alguna vez me han decepcionado. Y yo he decepcionado a algunos.  Sólo puedo decir en mi favor que lo siento enormemente.
¿Es usted una persona sincera? 
No ejerzo de sincera profesional pero procuro buscar la verdad, sí, y transmitir alguna.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Soy madre, trabajadora, estudiante y escritora.  No me acuerdo de lo que prefiero hacer en ese caso. Me gustaba salir hasta las tantas, madrugar y luego dormir siestas larguísimas. La tarde es la parte más prescindible del día cuando el tiempo te sobra. No sé, ahora que me lo pregunta, me doy cuenta de que hace diez años que no tengo exactamente eso que llaman tiempo libre. Tengo un horario entre militar y caótico al que procuro ir arrancándole momentos para escribir.
¿Qué le da más miedo?
El desencanto. Me horroriza lo que hace con nosotros.  Esas hordas de cínicos sin maldita la gracia. Tampoco es que aguante ya el vivir permanentemente ilusionada, pero vamos, un poco de inocencia no viene mal.  Me gustaría mantener a salvo la que me quede.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Todavía me escandaliza lo injusto. Aunque más me escandaliza cómo me he ido anestesiando contra esa sensación. No he llegado al nivel que a veces veo en otros pero sigue siendo escandaloso.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Qué gracia. “Vida creativa”, “decidido ser escritor”. A la octava pregunta me remito.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Ya no. Estuve en un equipo de baloncesto muchos años, y también fui judoka. Cuando puedo, me gusta dar largos paseos sola.
¿Sabe cocinar?
Sí, me gusta mucho. Puede que sea la única tarea casera con la que disfruto, aunque como casi siempre fuera y ya no cocino todos los días.
Si el Reader’sDigest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Difícil. Yo admiro a mucha gente. Casi todas las épocas de mi vida están marcadas por algún personaje sobre el que me he dedicado a leer e investigar. Me produce una sensación parecida al consuelo encontrar gente admirable, pero es demoledor reconocer que resulta mucho más fácil admirar a gente muerta. También me producen mucha curiosidad los personajes oscuros a los que no es posible admirar pero tampoco olvidar. Judas me parece un personaje inolvidable, terrible, triste y fascinante. Algún día escribiré sobre él, aunque el Reader’s Digest no me lo encargue.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Ven.
¿Y la más peligrosa?
En algunos casos, lo más peligroso es que vengan.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí. Pero nunca lo he hecho.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Procuro tener tendencias políticas, aunque últimamente cuesta un enorme esfuerzo. La política está desprestigiada por sobrados motivos y, sin embargo, sigo creyendo aquello de que, si tú no te interesas en política, otro lo hará por ti y en tu nombre. Me considero más de izquierdas que de derechas pero nunca he llegado a la militancia. Tengo problemas con los grupos y con algunos individuos que suelen formarlos. No acabo de encajar ni de encontrar mi sitio. Y me gustaría, debe parecerse a descansar.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No me gustaría ser cosa. Si pudiera ser otra persona me gustaría ser mejor.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Tabaco, comida… placer en general. Esa tendencia hedonista me hace mucho daño. Me cuesta medirme y soy una persona muy débil en ese aspecto. Es que todo me gusta. En fin.  
¿Y sus virtudes?
Esta es la típica pregunta que deberían contestar los demás. Mi experiencia me dice que cuando la gente contesta a estas cosas suele demostrarse que todos tenemos una visión bastante distorsionada de nosotros mismos. Establecida esta prevención, sinceramente le digo que creo que soy muy leal. De hecho, a veces me gustaría serlo menos.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No lo sé. Yo querría ver a mis hijos una vez más.  Siempre. Y no quiero ahogarme mientras sean pequeños.

T. M.