miércoles, 23 de octubre de 2013

Entrevista capotiana a Álex Chico

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Álex Chico.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
No saldría nunca del lugar de la escritura. Sea el que sea y quede donde quede. En mi caso, una habitación con una mesa y algunos libros. Con ventanas, eso sí.
¿Prefiere los animales a la gente?
A la gente sin pinta de animal.
¿Es usted cruel?
Intento no serlo, y puede que sea cruel quedarme sólo con esa intención.
¿Tiene muchos amigos?
Suficientes.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sepan cuándo aparecer, aunque no lo hagan de cuerpo presente.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Prefiero que no se decepcionen a sí mismos.
¿Es usted una persona sincera?
Cuando escribo, sí. Por eso me gusta la ficción, lo que puede resultar, en sí mismo, una paradoja.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Pensando en convertir lo inútil en necesario. Tener la certeza de que no es mi tiempo libre, sino el tiempo en el que verdaderamente soy y que, haga lo que haga, no me pase demasiada factura.
¿Qué le da más miedo?
Parafraseando a Capote, a los sapos reales en jardines imaginarios. Algunos sé qué forma tienen, y me horrorizan. A otros aún no los conozco. Siendo menos abstracto, me aterrorizan las enfermedades, no la muerte.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Quizás que cada día nos escandalicen menos cosas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Algo alejado de la literatura. Por ejemplo, ser profesor de literatura. A poder ser en enseñanza secundaria. Lo que soy ahora, sin ir más lejos.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Suelo pasarme unas cuantas horas a la semana en una bicicleta estática, aparentando que doy pedaladas cuando en realidad lo que hago es leer, escuchar música o echar alguna partida con algún juego del móvil.
¿Sabe cocinar?
Lo suficiente como para no preocuparme en exceso por la cocina.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A día de hoy, a José Antonio Gabriel y Galán. Consiguió hacer inolvidable lo que estaba condenado al olvido.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Para mí, habitación.
¿Y la más peligrosa?
Si liberamos a la palabra peligro de parte de su connotación negativa, elegiría memoria.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
¿De verdad existe alguien que no lo haya deseado alguna vez?
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Izquierda sin los dogmatismos de la izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Futbolista y músico de jazz, al mismo tiempo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La impostura. Invierto parte de mi vida en hacer de la mentira una forma de verdad.
¿Y sus virtudes?
Si puede considerarse una virtud, y dudo de que pueda considerarse como tal, la torpeza.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No sé cuáles serían, pero estoy seguro de que vendrían en una balsa e intentaría salvarme.

T. M.