sábado, 30 de noviembre de 2013

Entrevista capotiana a Javier Puche

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Javier Puche.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La ficción. Una novela de Dickens me valdría.
¿Prefiere los animales a la gente?
Apenas encuentro diferencias entre los animales y la gente. Necesitaría que alguien me las explicara con tranquilidad.
¿Es usted cruel?
Sólo con mis personajes. Fuera de ellos, nunca hago daño intencionadamente. Cuando hiero a alguien es siempre en contra de mi voluntad. Lo juro. 
¿Tiene muchos amigos?
Tengo pocos amigos, pero de una calidad intolerable.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Complicidad, humor, lucidez, alegría, distinción.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No tanto como yo a ellos.
¿Es usted una persona sincera?
La buena educación no me lo permite.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Entregándome a la lentitud.
¿Qué le da más miedo?
Tener miedo. Y tener miedo de tener miedo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La crueldad, la mala educación, la arrogancia, la estupidez.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Habría tomado la precaución de enloquecer.  
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Levantarme de la cama todos los días. E ir reptando hasta la ducha.
¿Sabe cocinar?
No mucho, pero me considero un comensal excelente. Y un estupendo plato para caníbales, pese a mi delgadez.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Bartleby, el escribiente.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Apocalipsis.
¿Y la más peligrosa?
Tarántula.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Como todo el mundo. Pero tengo cierta aversión a las instituciones penitenciarias.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Anarquista moderado.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Crítico de hoteles. 
¿Cuáles son sus vicios principales?
La pereza, el escepticismo, la melancolía.
¿Y sus virtudes?
Nunca las confesaría en público.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Las que ilustraban el curso de natación por correspondencia al que nunca presté demasiada atención. Y si no funciona, el rostro de las personas que más quiero.

T. M.