martes, 16 de septiembre de 2014

Entrevista capotiana a Nacho Cabana

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Nacho Cabana.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La Barceloneta, obviamente.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente que le gustan los animales.
¿Es usted cruel?
Sólo cuando escribo.
¿Tiene muchos amigos?
Sí, soy incapaz de que el paso de tiempo haga que me olvide de la gente que quiero.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que les gusten las películas subtituladas, que se sienten no más atrás de la fila cinco en el cine, que beban vermut antes de las comidas y orujo de hierbas después, que lloren con los Muppets y sepan quién es Frank Henenlotter. También que pueda acurrucarme en su panza en los momentos difíciles, que me llamen para darme buenas noticias y que odien a la misma gente que yo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Intento que no.
¿Es usted una persona sincera? 
Con quien se lo merece, sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Riéndome con mi esposa, yendo al cine, viendo series, comiendo japonés o mexicano. Pecando, en general.
¿Qué le da más miedo?
La vejez de la gente que quiero.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La estupidez de la que hacen galas los anuncios. Las listas cerradas en las elecciones. El estado autonómico. Alicia Sánchez-Camacho. Miles de personas aclamando a millonarios que juegan al fútbol para equipos de mafiosos. Felipe Calderón dando clase en Harvard mientras México se desangra por su culpa. El desprecio al cine español. La política migratoria nacional con los países latinoamericanos. El concepto de “televisión generalista”. La espiga dorada por el sol.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Sería kiosquero.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Bicing.
¿Sabe cocinar?
Lo justo para no morirme de hambre. Afortunadamente, mi esposa lo hace mucho mejor que yo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Paco Lama, periodista, guía de viajes y el mayor apasionado por África y por la vida que he conocido. Y un gran storyteller.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Wonderbra.
¿Y la más peligrosa?
Nacionalismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Cada día, varias veces.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Dedúzcalas el lector de esta entrevista.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Escritor de guías para Lonely Planet.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Los que se pueden decir son: las galletas Campurrianas, las palmeras de chocolate, las tostadas de pan integral con pasas que me como los viernes.
¿Y sus virtudes?
Autoexigencia, disciplina, ironía, facilidad para recordar rostros e historias que me cuentan. Capacidad de escuchar.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Una balsa de la Cruz Roja, Christina Hendricks haciéndome el boca a boca, una sala de urgencias dirigida por John Wells.

T. M.