sábado, 21 de febrero de 2015

Entrevista capotiana a Miguel Ángel Ortiz Albero

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Miguel Ángel Ortiz Albero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Lo más cómodo, con toda probabilidad, sería decir que en mi ciudad (Zaragoza). Pero puestos a no poder salir jamás de ese lugar, diría que Venecia. Buen lugar para desaparecer en él y con él.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero siempre a la gente.
¿Es usted cruel?
No. No soporto la crueldad.
¿Tiene muchos amigos?
Supongo que tengo los que pueda merecer. Tal vez no sean muchos, pero son los que deseo como tales.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
El hecho de que lo sean es más que suficiente.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Alguna vez me han decepcionado ciertas personas. Pero nunca amigos. Nunca.
¿Es usted una persona sincera? 
Creo que sí. O lo intento. Alguna vez puede que incluso demasiado. O, al menos, eso creo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Paseando y observando.
¿Qué le da más miedo?
El propio miedo. Tal vez la muerte. El miedo a la muerte.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Creo que no soy demasiado ‘escandalizable’.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Intentar llevar esa vida.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Caminar y caminar y caminar.
¿Sabe cocinar?
Lo justo y, acaso, necesario.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Mi memoria es escasa. La capacidad de olvidar, cada vez mayor. Me hubiese gustado pasear con Guillaume Apollinaire. Así que tal vez lo hiciese sobre él.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Mi incapacidad para los idiomas es prodigiosa. Pero mantengo la ‘esperanza’.
¿Y la más peligrosa?
‘Peligro’.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Jamás.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Siempre he sido un poco apolítico. Aun así, de izquierdas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Titiritero.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Supongo que uno no ve sus vicios. Preguntaré por ellos a esos pocos amigos.
¿Y sus virtudes?
Supongo que uno tampoco ve sus virtudes. Volveré a los amigos.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Una hermosa sirena que, en sus brazos, me condujese, salvado, hasta la orilla.

T. M.