miércoles, 20 de mayo de 2015

Entrevista capotiana a Manu Espada


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Manu Espada.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi lugar preferido de todos los que he visitado hasta ahora es la isla de Formentera, pero quizá es por la idealización de sus playas en verano, por lo que lo saldría nunca de la isla si siempre fuera verano, algo bastante improbable, pese al cambio climático.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente, sin duda. He tenido animales de todo tipo en casa, desde perros, hasta hámsters, tortugas, grillos o caracoles, pero no creo que sea comparable, pese a la maldad humana. De hecho, nosotros tenemos una parte animal muy importante, y eso no nos hace mejores.
¿Es usted cruel?
No soporto la crueldad. En los tiempos que vivimos en los que un tipo de terrorismo utiliza imágenes crueles como fines propagandísticos parece que la crueldad se ha institucionalizado incluso en los medios de comunicación, y nunca he sido capaz de ver ese tipo de imágenes. Otra cosa es la violencia en la ficción, ese tipo de violencia sí me interesa como medio creativo por un lado, y de denuncia, por el otro. El hecho de usar la violencia para criticarla desde sí misma.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo los justos, pero son buenos amigos, nunca me han fallado. En los momentos duros siempre he han apoyado y me he sentido una persona muy querida, algo que me hace sentir con una gran responsabilidad, porque necesito estar a la altura de ese cariño que me dan. 
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
En realidad no busco unas características determinadas, lo que busco se podría resumir en que sean buenas personas, teniendo en cuenta que todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras y que nadie es perfecto. 
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sólo me ha decepcionado uno a lo largo de mi vida precisamente porque se convirtió en una mala persona y en alguien cruel con los demás, a partir de ese momento lo aparté de mi vida.
¿Es usted una persona sincera? 
Intento ser sincero sin ser hiriente. La sinceridad sin ningún tipo de filtro puede resultar también cruel e innecesaria. Si todos dijésemos lo que pensamos a todas horas quizá la convivencia sería imposible. 
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me gusta hacer deporte, pasear, ir al cine, escribir, leer y estar en la calle cuando hace buen tiempo, soy muy callejero.
¿Qué le da más miedo?
La falta de empatía de algunas personas, lo que más miedo me da es que mi hijo pudiera sufrir por culpa de terceras personas. 
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que los políticos que pregonan la austeridad hayan estado robando y defraudando durante tanto tiempo. Díaz Ferrán decía que la gente ganaba mucho y trabajaba poco, Rato decía que iba a luchar contra el fraude fiscal, y finalmente resultaron ser no sólo unos impostores, sino unos hipócritas egoístas con ese espíritu insolidario que tienen muchas de las grandes fortunas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me habría gustado mucho hacer películas, me fascina el cine, porque con el dibujo y la música lo intenté y no tengo mucha mano ni mucho oído precisamente.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Durante muchos años hice atletismo, medio fondo, cross y 1.500 metros en pista, era una de mis pasiones. Ahora, cuando puedo, voy a correr o al gimnasio.
¿Sabe cocinar?
Nunca lo he intentado hasta hace cinco años, cuando comencé a hacer algunas cosas, y hace un año de manera más intensa, pero me queda mucho por aprender.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Nunca he admirado a nadie en especial ni he sido de tener ídolos, la verdad, muchos veces he pensado sobre ese asunto y al final todos somos personas, con grandes proezas y miserias a nuestras espaldas. Quizá escribiría un artículo sobre Tesla, el gran olvidado de los inventores frente a otros como Edison.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
La palabra que más me llena de esperanza es “palabra”, por todo lo que supone la palabra, comunicación, entendimiento, Humanidad. El ser humano es el único que está dotado con la palabra.
¿Y la más peligrosa?
Egoísmo. La Historia de la Humanidad es básicamente egoísta. Pueblos conquistando a pueblos, esclavitud, clases dominantes explotando a clases obreras, países de primera y de segunda y gente de primera y de segunda en países de primera. La planta de abajo y la de arriba del Titanic y los barcas salvavidas medio vacías con gente adineraba es un claro ejemplo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Nunca se me ha pasado por la cabeza, tan sólo en la ficción o en los videojuegos. Ni siquiera me gusta la caza, y vengo de una familia de cazadores.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me considero de izquierdas, aunque en ocasiones no entienda determinados apoyos de la izquierda a los nacionalismos xenófobos o al islamismo radical, porque la izquierda debería ser internacionalista y laica en todos los sentidos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
De pequeño quería ser científico, pero no estaba dotado para los números.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Las obsesiones, soy demasiado obsesivo, hasta el punto de tener varios TOCs con los que he aprendido a convivir, pero cuando era pequeño las manías me tenían ahogado.
¿Y sus virtudes?
Sobre todo una por encima de todas: La paciencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? 
Si mi vida tuviera que pasar por mi cabeza en tan sólo unos minutos me acordaría básicamente de mi infancia, me vería a mí mismo de niño junto a mis padres, y junto a mi hijo montando en bicicleta.
T. M.