viernes, 31 de julio de 2015

Entrevista capotiana a Antonio Penadés

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio Penadés.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una casa en la montaña repleta de libros y con vistas al mar.
¿Prefiere los animales a la gente?
En absoluto. No me gustan las masas ni los colectivos, pero en cualquier parte resulta fácil encontrar buena gente y, muy de vez en cuando, individuos fascinantes.
¿Es usted cruel?
Al tener un sentido de la justicia muy desarrollado detesto la crueldad.
¿Tiene muchos amigos?
Sí, algunos de ellos muy buenos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Entiendo la amistad desde una perspectiva aristotélica y considero requisito esencial la ausencia de interés de ningún tipo. Por lo general, además, mis amigos tienen una o más facetas que despiertan mi admiración.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
A veces ha ocurrido, aunque intento comprender conductas diferentes a las mías y, sobre todo, trato de no juzgar a nadie.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí. Puedo callar verdades pero no suelo mentir jamás.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Viajando, especialmente a lugares con un legado histórico palpable. Las sinergias que se despliegan al combinar literatura, viajes e historia son una maravilla. Disfruto también con mis hijos y conversando con amigos.
¿Qué le da más miedo?
Un accidente o una enfermedad de un ser querido.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La desfachatez con la que algunos representantes políticos mienten a los ciudadanos. Eso y la utilización con fines espurios de instituciones democráticas que son de todos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Soy abogado, periodista e historiador; tengo por tanto una existencia muy mundana que alterno siempre que puedo con la parte imaginativa de la vida.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, me gusta y lo considero importante. Juego a tenis, a baloncesto, corro y nado.
¿Sabe cocinar?
Lo justo, apenas me atrae.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
La Historia nos brinda muchos personajes apasionantes como por ejemplo Sófocles, Pericles, Epaminondas, Alejandro Magno, Aníbal, Jaime I el conquistador, Montaigne, Lincoln, Vicente Blasco Ibáñez, Winston Churchill… Y, por supuesto, Heródoto.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Empatía, una cualidad que constituye la base de la convivencia y por tanto uno de los aspectos fundamentales que nos distinguen de los animales. También la literatura funciona gracias a la capacidad de adentrarnos en la mente del otro.
¿Y la más peligrosa?
La ambición desmedida por parte de algunos individuos y de ciertos colectivos, tal y como suele advertir Heródoto en su Historia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No hombre, no.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Rechazo las etiquetas, en especial con ningún partido o ideología. Creo firmemente, eso sí, en la importancia del correcto funcionamiento de las instituciones y en el concepto griego de isonomía, que es la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Defiendo también la honestidad y la eficiencia en la gestión de lo público. En la página web de la asociación que presido, Acción Cívica contra la corrupción (accion-civica.org), se detallan una serie de principios y de objetivos que comparto plenamente.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Alguien que, al ejercer su oficio con honestidad y perseverancia, alcanza la capacidad de mejorar la vida de las personas de su entorno. Pienso en personas como Kapuscinski, Antonio Muñoz Molina o Jordi Évole.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Trato de eliminar los prejuicios, siempre perniciosos, pero no acabo de conseguirlo del todo.
¿Y sus virtudes?
Curiosidad por todo, interés por aprender nuevas cosas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Los momentos más felices vividos con los míos.

T. M.