martes, 15 de septiembre de 2015

Entrevista capotiana a Joaquín Campos

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Joaquín Campos.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una habitación con ventana y vistas a la naturaleza, ya sea mar o montaña, con librería, una mesa para poder escribir, una silla cómoda y un armario repleto de vinos.
¿Prefiere los animales a la gente?
Lástima que la zoofilia aún no sea de mi agrado, que si no…
¿Es usted cruel?
Creo que no, pero para un progre seguramente lo sea. Por eso la crueldad, y tantos y tantos calificativos, no sólo dependen de uno, sino de lo que piensen los demás sobre ti.
¿Tiene muchos amigos?
Me sorprende la calidad humana de la cantidad de amigos que atesoro, cuando cada vez soy más huraño y distante. Eso sí, en este duro camino de la vida he ido soltando lastre de tanto en cuando, limpiando la bodega de escoria, asunto muy necesario si de verdad quieres conocer a gente interesante y tener tiempo para ellos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Muchas. Pero esencialmente que me resulten interesantes; que me ofrezcan algo si no nuevo, al menos poderoso. Eso con respecto a los amigos. Ya que con respecto a las amigas, aparte de lo anteriormente exigido a los hombres, aprecio que no se quieran acostar conmigo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Casi nunca. Ya le he dicho que cuando noto errores flagrantes me desprendo de ellos. Que así hago sitio para otros nuevos.
¿Es usted una persona sincera? 
Absolutamente. Y lo sé porque en mi vida anterior no lo era.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No tengo tiempo libre. A no ser que considere tiempo libre todo lo que hago diariamente: ir al mercado, cocinar, escribir, leer, pasear, beber, visitar casas de masaje.
¿Qué le da más miedo?
Dejar de ilusionarme.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza la gente que tira su vida por la borda y te quiere hacer partícipe de sus planes para pasar el fin de semana juntos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ser músico.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino cinco o seis kilómetros diarios. No me gustan los gimnasios y mucho menos sus moradores. Y hasta hace poco nadaba muy de vez en cuando, pero acabé mucho más harto de los nadadores empedernidos y uniformados hasta el último detalle que del mortífero cloro que arrasaba mis ojos y fosas nasales.
¿Sabe cocinar?
Amo la cocina. En realidad soy chef. Y de los que visita el mercado a diario. Tengo la inmensa suerte de poseer una profesión única, ya que cuando das bien de comer la gente se te entrega mucho más que el ya deudor ante el director de banco que le acaba de endosar una hipoteca a 35 años. Creo que dar bien de comer es una bendición para el que lo recibe. Si follas y cocinas bien tienes media vida resuelta. Porque la gente no anda sobrada de placer.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A José Val del Omar.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Ilusión. Y solamente la ilusión propia, nunca la ajena y muchos menos la colectiva. Aunque muchos preferirán el vocablo visa.
¿Y la más peligrosa?
(Cobrar el) Paro.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No me interesan los centros penitenciarios. Sólo de pensar que me voy a pasar treinta años en una celda se me quitan las ganas de matar.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Con el tiempo tengo la sensación de que la política es la máxima expresión del ego. ¿O es que alguien se cree que un tipo que quiere dirigir a toda una nación es una persona psicológicamente normal?
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Cuando había cartas, cartero, por la tremenda curiosidad que me producía el imaginarme abriendo correspondencias ajenas, hurgando en buzones, imaginándome otras vidas. Pero repito: no hay nada que realmente quisiera ser aparte de escritor. Pero ya puestos si hubiera sido músico sospecho que también habría sido feliz. Salvo si hubiera formado parte de alguna de las nefastas bandas que arrasaron el panorama cultural-musical español en los años 80 que aún, a día de hoy, seguimos recordando en España, país anclado y casposo, y lo que te rondaré morena. Hablo de La Movida.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Beber vino tinto a diario.
¿Y sus virtudes?
Podría decir que beber vino tinto a diario es una virtud, pero los médicos no comparten la misma idea. A ver… Mi mayor virtud no sé exactamente cuál es, aunque detecto que haber conseguido ponerme a escribir con 30 años y a publicar con 40, mientras cocinaba, debe estar entre mis mejores virtudes. Aunque imagino que mi círculo de amigos, enemigos y conocidos sabrá mejor que yo las virtudes que atesoro.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Soñaría que me ahogo en vino tinto, monastrell yeclano recién vendimiado, y se acabó lo que se daba.

T. M.