lunes, 14 de diciembre de 2015

Matarse ante el tedio de vivir sin amor


En 1774, aparece en otoño, en la feria del libro San Miguel de Leipzig, la novela de Johann Wolfgang Von Goethe “Die Leiden des jungen Werther”. Como los ejemplares se agotan enseguida, se hacen dos ediciones más en 1775, corrigiendo erratas de imprenta e incorporando leves cambios. Durante los cinco años siguientes, se venden diez mil libros. Desde entonces, se han sucedido las ediciones en innumerables lenguas, y ahora llega una, iniciativa de Sexto Piso, con la traducción de Isabel García Adánez, la gran traductora de “La montaña mágica” de Thomas Mann, e ilustraciones de Rosana Mesa. Una preciosa edición de la que, curiosamente, es la única obra romántica alemana que acaba con el suicidio de su protagonista.

De alguna manera, Werther es el primer suicida de la sensibilidad actual, el suicida por el que muchos alemanes se convirtieron en suicidas. En un periodo en el que la literatura alemana explota las normas de la Ilustración, en los años en que un brillante grupo de estudiantes engendran el movimiento «Sturm und Drang» que revolucionará todos los géneros narrativos en Alemania, Goethe consigue popularizar la novela, a través de una nueva obra epistolar, abriendo las letras artísticas germanas a todo el mundo y convirtiendo el suicidio en una suerte de moda, un recurso fácil para los desesperados: «El suicidio se hizo más frecuente: el propio Goethe, para su desdicha, hubo de sacar de las aguas del Ilm, riachuelo que bordea Weimar, el cadáver de una joven que la corriente había arrastrado hasta las cercanías de la casa del parque, residencia veraniega del escritor. Un amor desgraciado había sido el promotor del suicidio y un ejemplar del Werther apareció en el lugar de los hechos», apunta otro traductor insigne, Manuel José González. 

De hecho, algunos estudiosos creen que Goethe, al escribir a los veinticinco años este relato de fuerte acento autobiográfico, exorcizó sus impulsos suicidas, salvando así su propia vida mediante el suicidio por amor, y con una pistola, como se cuenta en el texto, de su protagonista ante la imposibilidad de poseer a su amada Lotte. Para la época, el debate en torno al suicidio era algo escandaloso, pero en la literatura ya se había extendido el llamado “toedium vitae”, y los tratados sobre darse muerte eran habituales en Inglaterra o Francia. Goethe, en su autobiografía “Poesía y verdad” (1830), alude al «enfermizo delirio juvenil» de Werther, y dice que «el suicidio es un acontecimiento de la naturaleza humana que, por mucho que se haya hablado y tratado de él, incita a todo el mundo a tomar partido y hay que tratarlo de nuevo a cada época». Él mismo admite que se enfrentó a una situación angustiosa –el sufrimiento de ser demasiado exigente consigo mismo– que al fin venció al comprender que, en realidad, era indigno de una resolución suicida a no ser que imitara al emperador romano Otón, que en el año 69, apurado en una situación militar difícil (aunque no desesperada, matiza el escritor), frente al ejército de Germania se clavó un puñal en el corazón al día siguiente de celebrar un gran banquete con sus amigos.

Ese romanticismo mortuorio se hará célebre, recibiendo críticas encendidas también, como la de François René de Chateaubriand, que pese a hablar en sus “Memorias de ultratumba” de forma constante del anhelo de morir y de su propio intento de suicidio, cuando era muy joven, con una escopeta defectuosa, en el prólogo a su relato “René”, decía: «El autor combate además un mal que sufren algunos jóvenes de este siglo, ese mal que conduce directamente al suicidio. Fue J. J. Rousseau el primero que introdujo entre nosotros estas ensoñaciones tan devastadoras como culpables. Al aislarse de los hombres, al abandonarse a sus sueños, hizo creer a un buen número de jóvenes que es bello lanzarse al vacío de la vida. La novela de Werther desarrollaría más tarde el germen de este veneno». Un veneno que hoy es una de las causas más frecuentes de muerte entre los jóvenes, con tedio vital o sin él.

Publicado en La Razón, 4-XII-2015