jueves, 14 de abril de 2016

Entrevista capotiana a Álvaro Campos Suárez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Álvaro Campos Suárez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Si me lo permite, en el de mi propia imaginación mediante un espacio físico que me propiciase los mayores estímulos; y a ser posible, acompañado.
¿Prefiere los animales a la gente?
Esa pregunta tiene truco: el ser humano, con sus miserias y miserables, es el animal más bello.
¿Es usted cruel?
En absoluto.
¿Tiene muchos amigos?
No me quejo del número, aunque ciertamente algunos más cercanos que otros.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Ante todo, aprecio la lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Los que de verdad considero como tales, no. Supongo que yo más a ellos.
¿Es usted una persona sincera? 
Intento serlo, la verdad.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con los libros, mi guitarra, yendo al teatro, al cine o a exposiciones, viajando… Me encanta salir a cenar con amigos o tomar un café en la soledad de una terraza.
¿Qué le da más miedo?
La pérdida de aquellas personas que, desde niño, te hacen la vida más fácil.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La desigualdad que existe en el mundo. La tiranía. La arrogancia de los poderosos. La falta de moral. La indecencia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Cada cierto tiempo me pregunto cómo no he montado ya una librería. La sueño pequeña, con actividades culturales y algo para comer y beber.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
En la adolescencia jugué mucho al tenis y al baloncesto. Ahora, al fútbol una vez a la semana para mantenerme en forma –dijo el autor, mientras las risas se hacían más y más presentes.
¿Sabe cocinar?
Me defiendo, aunque imagino que esto es equivalente a un «no». Requiere el tiempo que por ahora no le he concedido, pero siempre me ha atraído la idea de aprender.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A mi padre, el escritor Juan Campos Reina.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Aunque suene a tópico, amor (en su más amplio sentido).
¿Y la más peligrosa?
Intolerancia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Siendo sincero, y dejando a un lado los prontos, creo que nunca.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Aquéllas que abracen la libertad y la justicia social.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Concertista de piano y/o trompetista de jazz.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Mejor que lo digan mis enemigos.
¿Y sus virtudes?
Sé escuchar. O eso pienso.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
A buen seguro, escenas familiares.

T. M.