domingo, 24 de abril de 2016

Entrevista capotiana a José Antonio Sau

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Antonio Sau.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La playa de La Caleta, en Cádiz. Ahí podría morir. Y, si eso no es posible, Pedregalejo, en Málaga.
¿Prefiere los animales a la gente?
Siempre prefiero a la gente por encima de los animales, aunque me pone malo el maltrato que muchos desalmados les infligen. De hecho, tengo una gata negra. No creo en la mala suerte.
¿Es usted cruel?
Nunca lo he sido, aunque en el fondo todos tenemos algún tanto por ciento de crueldad que manifestamos en situaciones límite.
¿Tiene muchos amigos?
Muchísimos amigos, tal vez demasiados. Me siento muy querido. Espero no haberme equivocado abriendo tanto el espectro.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Con que sean buenas personas me vale, aunque también tengo amigos de esos que todo el mundo etiqueta como problemáticos con los que me llevo especialmente bien. Tengo buena mano para la gente difícil.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Alguna decepción he tenido. No soporto la traición ni los juicios morales con los amigos. Yo no los hago y no me gustan que me los hagan a mí, aunque en esta época hay demasiada gente que se erige en juez y parte sin tener ellos limpias sus conciencias.
¿Es usted una persona sincera? 
Yo creo que la sinceridad está sobrevalorada. Huyo de la gente que dice abiertamente lo que piensa sin importarle las consecuencias de lo dicho. Creo en la sinceridad bien entendida, cuando un amigo te pide opinión hay que ser franco. Con el resto de personas, uso mucho la empatía y la educación y la educación implica, en muchas ocasiones, no decir lo que se piensa.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Básicamente leo. El trabajo me deja poco tiempo para el resto de cosas. Me gusta mucho pasear e ir al cine y me encanta reunirme con mis amigos para comer o cenar y que las charlas se prolonguen hasta la madrugada.
¿Qué le da más miedo?
Tengo miedo de pocas cosas. Con la crisis que hemos pasado me he cansado de tenerlo. El miedo lo ha sustituido el escepticismo y, a veces, una ironía tal vez demasiado hiriente pero que me permite redimirme.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza la clase política de nuestro país. Siento vergüenza ajena cada vez que los escucho hablar u opinar.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Posiblemente sería abogado a mi pesar.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Cuando puedo, muy pocas veces, doy largas caminatas.
¿Sabe cocinar?
No. Si me sacas de la ensalada de pastas me pierdo bastante, aunque sí me gusta comer bien.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Quizás a Gay Talese. Ese tipo sabe de lo que habla cuando habla de periodismo. Lástima que ya no queden en las redacciones periodistas de su talla.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
En español, tal vez, amor.
¿Y la más peligrosa?
Tal vez la misma, amor.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Creo que todos los humanos compartimos un arranque homicida que se activa en determinadas situaciones. La diferencia entre los criminales y el resto es que el resto suele dominarse. Así que algún arranque de esos he tenido, pero con voluntad todo se domina y creo que lo he conseguido. Espero no escribir mi próximo libro desde la cárcel.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy una persona progresista, que no se siente representada por ningún partido político en la actualidad. Eso sí, prefiero la reforma a la revolución.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Volvería a ser escritor, si es que lo soy. No me imagino haciendo otra cosa, aunque mi gran drama es no haber sido músico.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Fumo, tal vez demasiado. Y, con frecuencia, me meto en charcos de los que me es difícil salir, que es otro vicio.
¿Y sus virtudes?
Antonio Machado se describió como buena persona en uno de sus poemas. Creo que lo soy, aunque a veces cuesta mantener el pabellón alto. Y Lorca dijo de sí mismo que se sentía “esencialmente andaluz”. Lo primero lo entiendo como virtud, lo segundo como reivindicación.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Posiblemente vería las tardes interminables de mi adolescencia junto a mis amigos en la playa, cuando aún todo era posible. Y las caras de mis padres: dos buenas personas que se han partido la cara por sacarnos adelante a mí y a mi hermano. Quiero mucho a mi sobrino Pablo, así que supongo que él también estaría en esa última hora de angustia.

T. M.