sábado, 20 de agosto de 2016

Entrevista capotiana de Sylvia Molloy

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Sylvia Molloy.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
No sé si elegir es el término justo, sería como elegir una cárcel. He pasado toda mi vida en distintos lugares. Si tuviera que aposentarme en uno, me resignaría a vivir en mi casa de Long Island, perdida en medio del campo.
¿Prefiere los animales a la gente?
Según el momento. La gente para conversar, los animales para convivir.
¿Es usted cruel?
Espero no serlo. Me espanta la idea de hacerle mal a alguien.
¿Tiene muchos amigos?
Sí, y no podría vivir sin ellos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean divertidos, inteligentes, irónicos, que me quieran y que se dejen querer.
¿Es usted una persona sincera?
Intento serlo aunque alguna vez he mentido para no herir a alguien.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo con un gato en la falda.
¿Qué le da más miedo?
Estar perdida en un lugar donde no entienden lo que digo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La crueldad de la que somos capaces.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ser cocinera.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Silvina Ocampo.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Comprensión.
¿Y la más peligrosa?
Soberbia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Alguna vez me ha tentado vengarme de alguien pero nunca de matarlo.
Si pudiera ser otra cosa ¿qué le gustaría ser?
Mi alter ego.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La procrastinación. Vivo con una estatuita de San Expedito en mi mesa de trabajo pero no me ayuda.  
¿Y sus virtudes?
Intento no enojarme, no criticar, y practicar el sentido del humor.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un campo abierto, muy iluminado, donde se está poniendo el sol.

T. M.