sábado, 18 de febrero de 2017

Ubi sunt: "Nostalgias europeas. Una vida de Stefan Zweig" de Jean-Jacques Lafaye


Recupero aquí, con el lema latino ubi sunt (dónde están), una serie de reseñas que publiqué hace unos veinte años en la revista Quimera.

En febrero de 1942, en la ciudad brasileña de Petrópolis, se quitaba la vida, junto a su segunda esposa, uno de los intelectuales más importantes que ha dado Europa en todos los tiempos: Stefan Zweig, un aristócrata vienés de precoz sabiduría, preocupado por el destino de la humanidad, y que sufrió el cambio de siglo, el declive de su país y la expansión del nazismo.

Esta biografía, escrita de modo novelesco por Jean-Jacques Lafaye, con la que obtuvo el prestigioso premio Calzes en Francia en el año 1990, llega ahora a España, prologada por su amigo J. L. López Aranguren. Se trata de la reconstrucción del interior itinerario psicológico de este erudito, prolífico en su obra y angustioso e hiperestésico en su pensamiento, de temperamento depresivo, pero de una lucidez y talento inagotables, autor de libros que alcanzan todo tipo de materias: literatura (poesía, cuento, novela, teatro), psicología, historia, filosofía, memorias. Cualquier camino es bueno para el aprendizaje, sin prejuicios ni pérdidas de tiempo, y la escritura es la única salida ante lo efímero.

Para sacudirse la nostalgia de saberse muerto por dentro, Zweig viajó por toda Europa. La soñó unida. Quizá no fue el primero en pensarlo, pero sí en desearlo. La figura del escritor austríaco se nos presenta, gracias a la excelente redacción de su último biógrafo -intensamente poética y fluida-, como la de un hombre  que  confía  en  el  futuro  a  pesar  de  angustiarle  su individualidad, consciente del poder de las palabras, querido en todo el mundo porque llegó a ser el intelectual más popular de su tiempo, un judío más que se refugió en Londres y Sudamérica y que alimentó esas nostalgias europeas junto a dos mujeres que compartieron su amor por la vida, y no el amor al sentido de la vida, como cita él mismo parafraseando a Dostoyevski.

Stefan Zweig es un caso extraño. En buena parte de la primera mitad de siglo, representa un temprano cosmopolitismo humanista, un talante refinado y elegante, un éxito de público internacional inmenso, y sin embargo, yace ahora olvidado por todo el mundo de las letras.