miércoles, 12 de abril de 2017

Entrevista capotiana a Susana Rodríguez Lezaun

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Susana Rodríguez Lezaun.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Me parece muy triste permanecer confinado para siempre en un solo lugar; el mundo es un lugar maravilloso, pero si tuviera que elegir un único lugar, sería uno con mar. Posiblemente Lanzarote.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, en absoluto. Me gustan mucho los animales, pero prefiero la gente.
¿Es usted cruel?
Rotundamente no.
¿Tiene muchos amigos?
Creo que sí. Me preocupa por cultivar y alimentar la amistad que me une a determinadas personas, llamar o escribir con cierta frecuencia, y sé que tengo amigas y amigos que se preocupan sinceramente por mí.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Generosidad, alegría, compañerismo…
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Me he llevado más de una decepción, tanto siendo joven, cuando una es más ingenua, como de adulta. Son más dolorosas las decepciones de la edad madura, porque crees que eres capaz de ver venir la traición, pero no es así.
¿Es usted una persona sincera? 
Intento serlo, pero mentiría si digo que no miento nunca.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con mi familia y amigos, sin duda. Y en ausencia de éstos, con un buen libro o una película interesante.
¿Qué le da más miedo?
Las cuevas, los espacios estrechos y oscuros. Y la muerte.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La intolerancia y la crueldad. Me explico: Aborrezco las personas que no respetan las decisiones de los demás en cuanto a su vida se refiere, y me escandaliza sobremanera la crueldad de los seres humanos sobre otros seres vivos, humanos o animales. Es algo que no comprendo ni creo que llegue a entender jamás.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Seguir siendo periodista. Y en su defecto, cocinera.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Paseo a buen paso con frecuencia, me ayuda a despejar la cabeza y a preparar el cuerpo para todas las horas que paso sentada delante del ordenador.
¿Sabe cocinar?
Sí, y muy bien, o al menos eso me dicen los que se sientan a mi mesa.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Charles Chaplin o a Amelia Earhart. Creo que son dos personajes pioneros y rompedores en su época, cada uno en su campo.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Bebé.
¿Y la más peligrosa?
Confía en mí.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, nunca. Aunque mis libros estén llenos de cadáveres, en la vida real nunca he llegado al extremo de desear la muerte de alguien. Sí algún hueso roto, una seria contusión… pero no la muerte.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy una persona progresista, poco amiga de las fronteras físicas y mentales y feminista.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Tengo la suerte de ser lo que siempre he querido ser.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Soy sumamente impaciente y pierdo los nervios (y a veces la buena educación) cuando voy al volante del coche.
¿Y sus virtudes?
Me considero una persona generosa y alegre.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Ahogarse es la peor manera que concibo para morir, así que imagino que estaría tan aterrada que no sería capaz de ver mucho más que mi propio horror. Pero si lo pienso fríamente (y lejos del agua), creo que vería el rostro de mis hijos y desearía que fueran felices sin mí.
T. M.