miércoles, 17 de mayo de 2017

Entrevista capotiana a Abel Santos

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Abel Santos.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El sitio donde se ama, que es la única salida de este laberinto.
¿Prefiere los animales a la gente?
Sí. Los perros me saludan por la calle; no puedo decir lo mismo de mis vecinos.
¿Es usted cruel?
Conmigo mismo sí, he cometido algunos errores insalvables y por ello soy autoexigente. Pero con los demás no soy para nada cruel, soy incluso condescendiente, aunque no apruebe su comportamiento.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo unos cuantos y de los de verdad. Pero busco estar a solas, la mayor parte del tiempo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Creatividad. Sentido del humor. Respeto. Sensibilidad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Quienes me decepcionaron no eran amigos, tampoco enemigos. Sólo gente mediocre que se autocompadecían de los retos que medían su fuerza, talento o moral. 
¿Es usted una persona sincera? 
Soy transparente, no tengo ningún misterio. Mi rostro no puede disimular mis emociones.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
El tiempo ya está ocupado por el tiempo. Sólo queda crear (escribir, leer, escuchar música, respirar, besar, amar) una salida para escapar a tiempo del tiempo.
¿Qué le da más miedo?
No envejecer al lado de mi mujer.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La ternura, tan ausentes en estos tiempos supuestamente liberales, pero que en realidad siguen escondiendo los sentimientos más profundos y la identidad. 
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Revisor en un tren de largo recorrido.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Soy amaxofóbico, y como no conduzco ningún vehículo, suelo caminar mucho.
¿Sabe cocinar?
No mucho. Sobrevivo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Johnny Cash.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Tiempo. Es el dios más próximo y demostrable de la humanidad. Aunque hay cosas de las que ni al tiempo le está permitido hablar sobre los misterios de la existencia.
¿Y la más peligrosa?
Religión.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Aunque algunos se merecen la conciencia, la muerte que causa el arrepentimiento con los ojos bien abiertos.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Ninguna. Demócrata, en todo caso. Pero como no soy materialista ni ambiciono el dinero no tengo esa política personal.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Cómico.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Después de haber sido adicto a las drogas durante 8 años ahora mismo mis únicos vicios son el tabaco, el café, la música, y la tranquilidad.
¿Y sus virtudes?
Soy un soñador al que se le han concedido importantes sueños a base de perseguirlos.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Pasarían ante mí todas las situaciones en las que elegí no dar un trago de agua.

T. M.