jueves, 11 de mayo de 2017

Entrevista capotiana a Fernando Marañón

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Fernando Marañón.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Cádiz (y si ya está cogida, Salamanca).
¿Prefiere los animales a la gente?
La gente. Aún lee.
¿Es usted cruel?
No. Al menos, no de forma consciente.
¿Tiene muchos amigos?
Depende de dónde pongamos el listón. Ahora lo tengo en los que compran “Gilda en los Andes”. Con esa vara de medir, parece que tengo bastantes, de entre los conocidos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad, sentido del humor y aficiones comunes.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Y si lo hacen lo dejo pasar. Para eso también hay que ser amigos.
¿Es usted una persona sincera? 
¡Qué pregunta! En un cuestionario como éste, debería ser la primera (o la última). Pero sí, soy bastante sincero, salvo que la sinceridad implique ser cruel.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, viendo cine, viajando, conversando.
¿Qué le da más miedo?
Últimamente, el teléfono móvil en su versión adictiva.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La injusticia, supongo. Pero responder a esto (y responder esto), me hace sentir como las misses obligadas siempre a desear la paz mundial.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Casi todos los oficios que se me ocurren (proyeccionista, corrector, lector de editorial, guía de viajes, dibujante de cómics…), están en peligro de extinción.  Caramba, como el de escribir.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
¿Billar vale?
¿Sabe cocinar?
Sí. A estas alturas de cuestionario, tengo la impresión de que me estoy pasando de graciosete, no obstante diré que mis spaguettis no tienen nada que envidiar a los de Clemenza en El padrino.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Tarzán o Sancho Panza.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Esperanza.
¿Y la más peligrosa?
Patria (cada día que pasa se vuelve más peligrosa, por lo mal que se emplea).
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
En sentido figurado, varias. Pero en la realidad, matar a alguien debe dar mucho trabajo (ver “Cortina rasgada” de Alfred Hitchcock).
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Descorazonamiento.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Libro (una buena novela o un diccionario de estudiante).
¿Cuáles son sus vicios principales?
Decir NO menos veces de las que debo.
¿Y sus virtudes?
Decir NO menos veces de las que debo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Esas cosas me suelen pasar cuando estoy dormido. Y de los sueños, afortunadamente, me acuerdo solo de lo divertido o lo placentero. Vamos, que no me lo quiero imaginar.

T. M.