jueves, 15 de junio de 2017

Entrevista capotiana a Agustín Martínez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Agustín Martínez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En mi chica.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero algunos animales a cierta gente.
¿Es usted cruel?
No lo pretendo.
¿Tiene muchos amigos?
Pocos amigos o una familia numerosa.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Ninguna. La amistad no creo que sea un casting.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Si lo hicieran, no serían mis amigos.
¿Es usted una persona sincera? 
A ratos, como todos.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Familia, libros, cine, televisión, dibujo, música… tengo demasiadas aficiones y poco tiempo libre.
¿Qué le da más miedo?
Tal vez la madre de todos los miedos, la muerte.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Ciertas maneras de pensar.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Intentar llevar una vida creativa.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Practico el propósito de practicar algún ejercicio físico.
¿Sabe cocinar?
No, aunque cocino diariamente.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A alguien olvidado o, incluso, a alguien inventado.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor, en cualquier idioma.
¿Y la más peligrosa?
Purgar.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sólo a personas que no existían.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Aún busco unas tendencias con las que identificarme. Si existen, están a la izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un músico o el mar.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El tabaco. Dormir. Escribir.
¿Y sus virtudes?
Si las tengo, creo que son otros quienes tienen que decirlas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un peto de Calimero que tenía de niño. La playa, fotogramas de algunas películas y todas esas historias que ya no podría terminar. Pero, sobre todo, los rostros de la gente que he amado.

T. M.