martes, 11 de julio de 2017

Entrevista capotiana a Marta Gracia Pons

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Marta Gracia Pons.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa, en ella no me hace falta nada más.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los prefiero mil veces a la gente mala y destructiva.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
No. Tengo muchos conocidos, pero amigos de verdad los puedo contar con los dedos de una mano. Con los años aprendes a diferenciar entre conocidos y amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que tengan defectos, como yo, y que no quieran aparentar lo que no son. Que sean auténticos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, los que me decepcionan solo son conocidos. De todas formas, me apoyo más en la familia que en la amistad, por lo que no suelo llevarme grandes decepciones.
¿Es usted una persona sincera? 
A veces. Nadie es sincero del todo. Hay verdades que duelen y, si no fuéramos protocolarios en según qué situaciones y con según qué personas, acabaríamos solos.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Estar en casa, relajada, y ver alguna serie.
¿Qué le da más miedo?
La muerte de mis seres queridos. Pienso en ello constantemente.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El morro que tienen algunas personas. La jeta, hablando claro. No la soporto.
Si no hubiera decidido ser escritora, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No sé si se decide ser escritor, o la vida te empuja a serlo. Yo me topé con la escritura sin haberlo decidido. Siempre me ha gustado escribir y siempre he imaginado historias, igual que siempre me ha gustado pintar y lo he hecho. Siempre me ha gustado pintar, así que probablemente me hubiera dedicado a ello. No hubiera renunciado nunca a la parte creativa de la vida. No hubiera renunciado nunca a una vida creativa.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
No. No se puede llegar a todo, aunque los medios de comunicación se empeñen en crear hombres y mujeres perfectas: llevar una vida saludable, trabajar, hacer deporte, disfrutar del tiempo libre… Odio el deporte, prefiero tumbarme en el sofá y ver una serie.
¿Sabe cocinar?
Lo justo. No he sacado las dotes de mi abuela y de mi padre en la cocina, que lo hacen estupendamente bien. Hervir, freír y plancha. Hasta ahí llego.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Elizabeth Bennet, de “Orgullo y Prejuicio”. Adoro a Austen.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Ilusión. La ilusión nos aporta alegría, felicidad. Sin ella la vida no tendría sentido.
¿Y la más peligrosa?
Manipulación. Por desgracia, estamos rodeados de ella y es la que provoca los peores actos humanos.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Ni siquiera mato a los mosquitos: les abro la ventana para que se vayan.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No soy ni de derechas ni de izquierdas. Me mantengo en el centro.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Además de escritora, soy profesora.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La comida y Netflix.
¿Y sus virtudes?
La empatía y la constancia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Ya me pasó una vez. Creí que iba a ahogarme en el mar, aunque todo quedó en un susto. Y sí, aunque creía que solo era un tópico, apareció mi vida por delante: mi familia, las personas que más quiero.

T. M.