martes, 12 de septiembre de 2017

Entrevista capotiana a Aixa de la Cruz

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Aixa de la Cruz.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La casa en la que vivo, que tiene una terraza acristalada con vistas al mar. No me resultaría muy traumático el encierro. Siempre me ha gustado. De niña me pasaba horas bajo la mesa de patronaje de mi abuelo, rodeada de cajones con bordados y cuentas, y ahora soy más feliz cuanto más tiempo paso sin salir a la calle.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Mi gata es tan absorbente y habladora como cualquiera.
¿Es usted cruel?
Cada día menos.
¿Tiene muchos amigos?
Cada día más.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean divertidos, poco exigentes y que se pueda contar con ellos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Yo también exijo poco.
¿Es usted una persona sincera? 
Me esfuerzo mucho en serlo. Pero me educaron para ser prudente antes que sincera.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Por orden de preferencias: leer, escribir, follar, ver series, beber.
¿Qué le da más miedo?
Perder la cabeza.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La gente que miente, es confrontada con sus mentiras y no se desdice.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Probablemente, ser abogada.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Correr y andar en bici.
¿Sabe cocinar?
No. Soy mucho de comer atún directamente de la lata.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Me fascinan la obra, vida y neurosis de Emily Dickinson.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Tomorrow, tomorrow and tomorrow.
¿Y la más peligrosa?
Por lo mucho que la hemos tergiversado: libertad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Qué pereza.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
La única etiqueta a la que no me da miedo adscribirme es la del feminismo radical. 
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Una popstar de los estudios culturales, rollo Zizek pero sin cháchara psicoanalítica.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Casi todo lo que me gusta, me gusta adictivamente. No sabría jerarquizar.
¿Y sus virtudes?
No me rindo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Pensaría en Virginia Woolf y en Percey Shelley, para tranquilizarme con la idea de que mi muerte tiene un canon, y luego en todas las cosas que he dejado a medias, como ver crecer a la gente a la que más quiero.
T. M.