lunes, 20 de noviembre de 2017

Entrevista capotiana a Luis Felipe Campuzano

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Luis Felipe Campuzano.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sanlúcar de Barrameda, buscando vistas a la desembocadura del Guadalquivir y al Coto de Doñana.
¿Prefiere los animales a la gente?
Me gustan ambos, aunque los animales nunca me molestan.
¿Es usted cruel?
Por egoísmo, no. La crueldad no aporta el más mínimo placer.
¿Tiene muchos amigos?
Los cuento con los dedos de las manos. Lo que sí tengo es infinidad de conocidos  a muchos de los cuales me gustaría desconocer. Y eso que muchos de ellos me dan abrazos y palmaditas en la espalda.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La sencillez y la ausencia total de afectación. Y si encima tienen buen humor y son buenos conversadores, mejor que mejor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, si lo hicieran ya se habrían caído del cartel.
¿Es usted una persona sincera? 
Si lo fuera contestaría con un “no” a esta pregunta. Como casi todo el mundo, sincero situacional, o lo que es lo mismo, sincero siempre que la sinceridad no vaya en contra de los intereses.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
A lo que surja. Soy mucho de perderme por las calles del casco antiguo de Sevilla. A veces busco el aburrimiento sin más.
¿Qué le da más miedo?
Sin lugar a dudas, la enfermedad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La “cara dura”. Las personas que se aprovechan de los demás. Tampoco soporto a esos “pelotas” que abundan a manojitos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Aparte de escritor soy empresario. Me apasiona emprender nuevos negocios, hacerlos crecer y de cuando en cuando pegarme una castaña. Se aprende mucho de los fracasos.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Bastante. Me cuido una barbaridad combinando alimentación, grandes caminatas y sesiones de gimnasio. Soy de los que desconfío de aquellos que ni siquiera saben cuidar de su propio cuerpo.
¿Sabe cocinar?
Nada. Para mí la comida es placer secundario. Eso sí, adoro ir de tapas.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Por supuesto a Tintín. Nunca he visto a nadie que se le parezca ni por el forro.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
“Paz”. Como cantaba John Lennon: “Imagine all the people living life in peace”.
¿Y la más peligrosa?
Dinero. Maldito parné.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No soy consciente de haber sido nunca una especie de Doctor Jekyll.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Laissez faire, laissez passer.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Farero en zona de mar gruesa.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La impaciencia.
¿Y sus virtudes?
La sencillez.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un flotador.

T. M.