domingo, 10 de septiembre de 2017

Entrevista capotiana a Pablo Cerezal

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pablo Cerezal.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
He vivido en unos cuantos lugares ya. Y he deseado vivir en muchos otros. Estoy muy mal acostumbrado. Soy un apátrida convencido, en lo emocional. En lo legal he sido demasiado cobarde como para llegar a serlo, y he estado (y sigo), como casi toda la población, sujeto a la legislación de una u otra nación. He acabado renegando de cualquiera de los países en que he vivido. Alguno, incluso, ha renegado de mí, en este caso legalmente. Si tuviese que elegir un lugar del que ya no salir más, mejor que lo elijan otros por mí. El que yo eligiese, tarde o temprano, me iba a causar rechazo.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los humanos también somos animales, aunque lo olvidemos en demasiadas ocasiones, dándonoslas de superiores. Si hasta lo hacemos entre nosotros mismos. Pero, hablando del supuesto raciocinio de unos y otros, y puestos a elegir, prefiero a la gente que no reniega del animal que lleva dentro.
¿Es usted cruel?
De pensamiento muchas veces, de palabra a menudo, en contadas ocasiones de obra y casi nunca de omisión.
¿Tiene muchos amigos?
Hace tiempo que intento no contarlos, por las posibles bajas. Si lo hago me pondría a la altura de los forofos del fútbol, y cosas así, que se compran camisetas con el nombre de un tipo serigrafiado a la espalda y, al año siguiente, cuando dicho personaje cambia de equipo, no saben ya qué hacer con la camiseta.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco nada en los amigos. Los amigos son para encontrar, no para buscar. No creo en la amistad como intercambio de intereses. Pero adoro a la gente que no reniega de sí misma, y si una persona me muestra que no es ella misma, al menos cuando está conmigo, difícilmente podré considerarla amiga.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Al hilo de lo anterior… lamentablemente, es muy difícil ser uno mismo de continuo.
¿Es usted una persona sincera? 
Más de lo que desearía. En ocasiones temo perder entidad, a causa de tanta transparencia. Creo que no es sano, pero hasta ahora no lo he podido cambiar… o tal vez no lo he intentado.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
La libertad es un concepto erróneo, especialmente aplicado al tiempo. Justamente el tiempo es lo que nos recuerda la ausencia de libertad. Si tengo que pensar qué prefiero hacer con mi tiempo libre ya perdí mi libertad de acción, y ese tiempo deja de ser libre.
¿Qué le da más miedo?
Hay dos cosas que me aterran especialmente y que, mira tú por dónde, son contrapuestas: el dolor y la locura. Sentir dolor es de personas muy cuerdas. Y la locura, imagino, no duele, al no tenerse constancia racional de ella. De ahí surge que lo que más miedo me produzca sea el dolor de aquellos a quienes amo. Si una persona amada sufre, se juntan en mí el dolor y la locura consciente… eso es terrible, y prefiero vivir como si nunca fuese a suceder, a pesar de que la vida se empeñe en llevarme la contraria.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
A estas alturas, en estos tiempos… a este respecto puedo asegurar que estoy curado de espanto. Es difícil no estarlo. Mira a tu alrededor.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ser escritor, llevar una vida creativa y vivir de ello.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me canso sólo de pensarlo. Lo más cercano al ejercicio físico que puedo considerar en mi vida es el amor y, lamentablemente, no puedo practicarlo con la frecuencia que debiera para considerarlo ejercicio físico… creo que esas cosas exigen disciplina y repetición, ¿no es así?
¿Sabe cocinar?
Sé perderme en la cocina, perder el tiempo entre fogones, carnes, salsas y especias, acompañado de una buena botella de vino. Luego, el producto, no siempre tiene el sabor que le imaginé… especialmente si la botella de vino no ha sobrevivido al tiempo que he pasado en la cocina.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Mi hijo. En tres años y poco de vida ha operado en mí transformaciones que parecen producto de algún tipo de esoterismo ancestral. Y como estoy demasiado malacostumbrado a escribir sobre mí mismo, no encuentro mejor “personaje”.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Beso.
¿Y la más peligrosa?
Beso.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Si he llegado a odiar tanto a alguien como para considerar apetecible su muerte, me bastó con desearle que no cambiase su forma de ser. No hay mayor penitencia que la propia forma de ser de uno mismo. Ya comentaba antes que en muchas ocasiones soy cruel de pensamiento. Además, soy muy cobarde como para matar a alguien… y creo en la justicia poética.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Cuando joven me proclamaba comunista. Claro, si de joven no te sientes comunista es que nunca has sido joven. Pero eso, ya digo, fue hace mucho. A día de hoy, aunque sigo posicionándome lejos del capital y la gana de someter al semejante (la misma cosa son), me resulta muy difícil encontrar corriente política que lo combata de manera resuelta y efectiva. La política, a día de hoy, ha perdido el sentido hasta de su propio nombre. Ya no es una ciencia útil para la sociedad, sino el negocio mafioso de unos cuantos, así que tiendo a desentenderme de ella.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Mis padres aseguran que, de pequeño, cuando me preguntaban qué quería ser de mayor, yo respondía: payaso. Ahora que soy mayor y bastante payaso, comprendo que no era esto. Así que si mis deseos infantiles, que son los mejores que jamás puede albergar un ser humano, eran un fraude, ¿a qué desear ser ninguna otra cosa? Estoy feliz así, sin saber muy bien lo que soy ni lo que me gustaría ser, absorto en mis contradicciones.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Lo que yo considero vicio otros pueden considerarlo virtud.
¿Y sus virtudes?
Lo dicho.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Soy un cobarde absoluto. Seguramente sólo pensaría que me estoy ahogando. Las imágenes que pasarían por mi cabeza serían insoportablemente horribles, y moriría de miedo antes de ahogarme.

T. M.