jueves, 15 de marzo de 2018

Entrevista capotiana a Vicente Velasco Montoya

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Vicente Velasco Montoya.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sin dudarlo, mi casa, junto a mi compañera y a nuestro hijo.
¿Prefiere los animales a la gente?
Para nada. Digan lo que digan, los seres humanos son mucho más predecibles que los animales. Los ves venir. Saben cuándo te mienten. Eso no funciona, por ejemplo, con un perro, un gato o un agaporni. Por mucho que lo intentes. Y no dudes que los animales mienten, mucho y muy bien.
¿Es usted cruel?
Si lo son conmigo, claro. Pero tengo los límites muy claros. Otras personas, confirmado queda, no tanto.
¿Tiene muchos amigos?
Para nada. Tampoco voy a caer en el tópico de los dedos de la mano. Los dedos no están para contar amigos y, así, reforzar tu ego. Pero, en verdad, mirando hacia atrás, debo decir que me he encontrado con buenas personas que, en momentos delicados, me han echado (y ahora sí) una mano. Me quedo con los gestos, los pequeños detalles. No hemos venido al mundo a exigirle al otro ciertas actitudes o determinados privilegios. Eso es de una banalidad y soberbia irritables; además, oculta tras de sí uno de los mayores pecados del ser humano, el egoísmo, y, por más que nos intenten convencer ciertas tendencias, no hay egoísmo positivo y negativo. Eso una mierda. Una gran mierda para justificar una sociedad cada vez más alejada del colaboracionismo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Pues siguiendo con la anterior pregunta te respondo con facilidad: Ninguna. Ahora sí, lo que sí sé es lo que no busco. Lo que me repele. Por ejemplo, una persona que no tenga claro que la “pena de muerte” es una aberración en la evolución social… pues conmigo que no cuente. Y así podría citarte varias líneas rojas que odio traspasar al tener que relacionarme con los demás.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Claro, constantemente. Y yo también les decepciono. Y que sepan que lo hago a conciencia. Pero siguiendo con las anteriores preguntas, no creo que sea tan importante la decepción como la traición. Este último término abarca acciones muy serias que pueden afectar a la vida de los demás, y eso es intolerable. La decepción en sí no es más que una lección más que tienes que aprender a lo largo de la vida.
¿Es usted una persona sincera? 
Cuando estoy delante de otra persona sincera, por supuesto. Además, me hace sentir bien, humano, libre. Si no es así, sólo lo soy cuando me interesa. Vamos, como todos los que están leyendo esta entrevista.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Pues se lo dedico a mi compañera y a nuestro hijo. Y de vez en cuando pienso en como desintegrar a algún que otro mentiroso.
¿Qué le da más miedo?
El ser humano. Su estulticia y avaricia son insaciables.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Podría darle muchas vueltas a esta pregunta, pero voy a ser conciso: La suma idiotez que demuestra la población al aceptar cánones económicos (que no le favorecen para nada) como si fuera una nueva religión.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Es que esto me eligió a mí desde bien pequeño. No hay alternativa. Eso ya te lo digo yo. Pero, por echarle imaginación al asunto, ¿por qué no hubiese podido ser un gran jugador de baloncesto? Bueno, es una tontería, la verdad.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Para nada. Por eso no me llamaron de la NBA.
¿Sabe cocinar?
No. Igual que casi todos y casi todas.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Eric Hobsbawn.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Mira, voy a hacer de poeta: “La palabra más llena de esperanza/ surge de la herida de la garganta”.
¿Y la más peligrosa?
Con que nos acerquemos a cualquier peluquería (de hombre, mujer o unisex) podremos conseguir una lista interminable.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Claro, pero era muy joven y él muy viejo y muy cura. Por fortuna la vida pone a la gente en su sitio, y a éste lo puso dos metros bajo tierra.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Progresista, humanista, izquierda, podrían definirme pero en realidad soy un acérrimo del “Pensamiento Crítico”. Ya, cada uno que lo interprete como quiera.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Astronauta. Fijo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Fumar, la soledad y los libros.
¿Y sus virtudes?
Ninguna. Nadie tiene virtudes. Sabemos hacer una cosa o sabemos comportarnos de una u otra manera ante ciertas circunstancias por el aprendizaje y por el simple hecho de querer aprender. Y si no quieres aprender pasarás tu vida como un adolescente insoportable, y punto. Las virtudes se las dejo a Spiderman, Jesús de Nazaret o Brahma.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Nada, no imagino nada. No es bueno para la salud.
T. M.